Cine
“Cuando hay que sobrevivir, todos somos iguales”: el director de ‘La sociedad de la nieve’ cuenta detalles de la exitosa película en SEMANA
Desde su estreno en Netflix, el pasado 4 de enero, ‘La sociedad de la nieve’ se ha convertido en uno de los contenidos en español más vistos de la plataforma. SEMANA conversó con su director, J. A. Bayona.
En solo diez días, La sociedad de la nieve se coló en la lista de los diez títulos en español más vistos en la historia de Netflix, que la llevó a sus pantallas el pasado 4 de enero, después de estar por cerca de un mes en los teatros de cine.
La cinta, que competirá por España en los Premios Óscar de este año y que relata la tragedia de los jugadores del equipo de rugby Old Christians Club, que sobrevivieron durante más de 70 días al vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la cordillera de los Andes, en 1972, suma ya 51 millones de reproducciones en todo el planeta y es número uno en 93 países.
Detrás de esa hazaña a más de 3.000 metros de altura está el español Juan Antonio Bayona, el mismo director de historias tan potentes como Lo imposible, que narra la odisea de una familia que sobrevive a un tsunami en Tailandia, también inspirada en un hecho real.
Por eso, Bayona no niega que, de alguna manera, su especialidad son los límites de la condición humana. Ese fue el reto que encaró en La sociedad de la nieve, un relato que, casi medio siglo más tarde, revivió una de las tragedias aéreas más dolorosas del mundo. Pero no solo ha recibido la bendición del público. También, la de la crítica. La película alcanzó el 90 por ciento de calificación en Rotten Tomatoes y fue mencionada en la preselección para los Óscar 2024 en categorías como mejor película internacional, mejor maquillaje y peluquería, mejor banda sonora y mejores efectos especiales.
Además, se llevó los aplausos cuando clausuró el pasado Festival de Venecia y tras su proyección en San Sebastián. De cómo logró conmover a millones con una historia de la que ya todos conocen el final, el español conversó con SEMANA.
SEMANA: Uno de los aspectos que más celebran de esta película es el relato íntimo de los sobrevivientes. ¿Cómo lo logró?
Juan Antonio Bayona: Tuve un acercamiento muy profundo con los sobrevivientes, con sus historias, fue como volver con ellos nuevamente a la montaña. No era posible llevar esas historias a la película sin lograr primero ese acercamiento personal, sin ganarme esa confianza. Eso me permitió reconstruir el mundo interior de cada uno de los personajes y ser consciente de que estas personas tuvieron una segunda oportunidad en la vida; que en una circunstancia como la que ellos vivieron da lo mismo tu raza, si eres rico o pobre. La tragedia nos pone a todos por igual. En ese proceso nos reunimos con Pablo Vierci, el psicólogo que los atendió tras el accidente y que es amigo personal de ellos. Y cuando vimos juntos la película por primera vez, cada uno de los sobrevivientes sintió que se había logrado un acercamiento muy emocional a la tragedia.
SEMANA: Uno de los retos fue grabar en ese paisaje inhóspito de los Andes. Casi que el clima es otro personaje de la historia...
J.B.: Grabar en esas condiciones era depender del clima y echar mano de la improvisación para que no se atrasara el rodaje. El reto técnico de filmar en la nieve era tremendo. Lo primero que hicimos fue desplazarnos a los Andes, al lugar donde se cayó el avión, en la misma época del año. Y eso al final le dio un mayor realismo a la película, a la crudeza a la que se enfrentaron los sobrevivientes en todos esos días. Era como si viviéramos nuestra propia supervivencia delante de la cámara.
SEMANA: ¿Y cómo asumió todo el equipo ese reto de grabar en esas condiciones?
J.B.: Fue muy difícil. Tienes solo tres días para prepararte para estar en la altura. Tocó así porque, al llegar, te entra un dolor de cabeza que te obliga a parar y no puedes moverte. Son tres días hasta que te acostumbras a la altura. La primera noche, cuando miré el reloj, pensé que ya amanecía y solo había pasado una hora y media. No me imagino cómo fue para los sobrevivientes, que estuvieron 72 días en esas circunstancias. Pero, justamente, eso les ayudaba a los actores a entender realmente las condiciones por las que pasaron los que vivieron en la montaña. Su reto era narrar el miedo, el frío, el hambre, la soledad.
SEMANA: ¿Qué tanto conocía de esta tragedia antes de hacer la película?
J.B.: En mi casa estaba el libro Viven, de Piers Paul Read, y lo leí siendo niño. Cuando yo nací, año 1975, había pasado ya el accidente. El libro se publicó un año antes y se convirtió en un best seller. Hoy se pueden ver historias de ese tipo todo el tiempo gracias al cine, pero en ese entonces ver fotos del accidente te generaba una gran impresión.
SEMANA: La película es, de alguna manera, un gran canto a la solidaridad, tan escasa en estos tiempos.
J.B.: En la película escuchamos cuando le dicen a Roberto “tú tienes las mejores piernas, camina por los demás”. Eso es: “Si tú llegas, todos llegamos”. No es solo entonces una historia de valentía, que es lo que puede parecer a simple vista. Es una historia de empatía, que cuando se trata de sobrevivir todos somos iguales.
SEMANA: Una de las escenas más potentes de esta historia es justamente la del accidente. ¿Cómo la logró?
J.B.: Para lograr esa y otras escenas hubo un trabajo grande de investigación. De no dejar ningún detalle al azar. Incluso una gran investigación desde el punto de vista médico, porque me interesaba entender cómo es que realmente el cuerpo humano sobrevive en esas situaciones tan adversas, sin comida, sin bebida, en temperaturas bajo cero por tantos días. La idea siempre fue reflejar la historia con la mayor realidad posible.
SEMANA: ¿Cómo es eso de que esta historia casi no se logra porque está hecha en español, pero con un presupuesto de película de Hollywood?
J.B.: Estuve diez años buscando financiación para contar esta historia, en una industria en la que solo encuentras grandes presupuestos si es contada en inglés. Pero no quería eso. Queríamos que fuera en español, en el mismo lugar de la tragedia. Ojalá siempre podamos hacer historias en nuestro idioma y con ese nivel de ambición.